Volver a las plantas es volver a tu raíz.
En un mundo que corre y tapa, ellas invitan a pausar y mirar.
El cuerpo no necesita ser silenciado, necesita ser escuchado.
Las plantas no suprimen el síntoma: lo acompañan, lo suavizan y lo transforman.
Son medicina viva, sabía y profundamente poderosa.
Nos recuerdan el ritmo real, y al respetarlo el cuerpo recupera el equilibrio.